Todos los años, los días 19 y 20 de enero, por la festividad de
San Sebastián, el pueblo de Piornal celebra la fiesta de Jarramplas. Un
hombre vestido de demonio con un traje repleto de cintas multicolores y
que esconde su cara tras una máscara cónica de enorme nariz, cuernos y
crines de caballo, recorre las calles del que es el municipio más alto
del Valle del Jerte tocando un tamboril mientras los vecinos de Piornal
le acribillan a golpes, lanzándole nabos a modo de castigo.
No se sabe de dónde procede la tradición, pero los ancianos de Piornal suelen contar que Jarramplas era un ladrón de ganado del que un día se vengaron todos los vecinos del municipio lanzando contra él montones de verduras. Pero hay quien dice que esta festividad deriva de la mitología y el castigo que infligió Hércules a Caco, mientras que otros vecinos defienden que el Jarramplas fue traído de las tradiciones de los indios en América. De la era cristiana se desprende la creencia de que Jarramplas sería San Sebastián, un guerrero cristiano al que sus propios compañeros despreciaban por haberse convertido en espía y andar siempre rodeado de infieles. La historia termina con la muerte del santo.
Sea como fuere, Jarramplas sale cada año a las calles de Piornal hasta que el cuerpo no le da para más. Sólo entonces acabará la fiesta, porque cuanto más aguante y más dure el recorrido, más orgulloso se sentirá Jarramplas de sí mismo.
Uno de los puntos álgidos de la fiesta, además de la primera salida de Jarramplas, en la que le llueve la mayor cantidad de nabos, es la llegada de este personaje ante la cruz la madrugada del 19 al 20 de enero. Jarramplas se arrodilla y golpea su tambor mientras suenan las 12 campanadas de la torre del reloj. Entonces, como si surgieran de la oscuridad de la noche, empiezan a sonar las alborás, y más tarde las rondas… Y la procesión continúa.
Y así hasta el día siguiente, en que tras "el regocijo" y la misa mayor, la fiesta llega a su fin con una invitación a comer migas en casa del mayordomo. El acompañamiento -chorizos, quesos, vino…- se saca de los productos ofrecidos por los amigos de Jarramplas y del mayordomo en las peticiones de ofrendas para el santo que se han ido realizando a lo largo de los dos días.
Pero para conocer la historia de primera mano, lo mejor es vivirla, arrodillarse frente a San Sebastián, degustar las exquisitas migas de la región, lanzarle nabos al ladrón, cantar las alborás… sólo así sabrás cómo se siente un piornalego en el día de su fiesta grande.
Fuente: turismoextremadura.com
No se sabe de dónde procede la tradición, pero los ancianos de Piornal suelen contar que Jarramplas era un ladrón de ganado del que un día se vengaron todos los vecinos del municipio lanzando contra él montones de verduras. Pero hay quien dice que esta festividad deriva de la mitología y el castigo que infligió Hércules a Caco, mientras que otros vecinos defienden que el Jarramplas fue traído de las tradiciones de los indios en América. De la era cristiana se desprende la creencia de que Jarramplas sería San Sebastián, un guerrero cristiano al que sus propios compañeros despreciaban por haberse convertido en espía y andar siempre rodeado de infieles. La historia termina con la muerte del santo.
Sea como fuere, Jarramplas sale cada año a las calles de Piornal hasta que el cuerpo no le da para más. Sólo entonces acabará la fiesta, porque cuanto más aguante y más dure el recorrido, más orgulloso se sentirá Jarramplas de sí mismo.
Uno de los puntos álgidos de la fiesta, además de la primera salida de Jarramplas, en la que le llueve la mayor cantidad de nabos, es la llegada de este personaje ante la cruz la madrugada del 19 al 20 de enero. Jarramplas se arrodilla y golpea su tambor mientras suenan las 12 campanadas de la torre del reloj. Entonces, como si surgieran de la oscuridad de la noche, empiezan a sonar las alborás, y más tarde las rondas… Y la procesión continúa.
Y así hasta el día siguiente, en que tras "el regocijo" y la misa mayor, la fiesta llega a su fin con una invitación a comer migas en casa del mayordomo. El acompañamiento -chorizos, quesos, vino…- se saca de los productos ofrecidos por los amigos de Jarramplas y del mayordomo en las peticiones de ofrendas para el santo que se han ido realizando a lo largo de los dos días.
Pero para conocer la historia de primera mano, lo mejor es vivirla, arrodillarse frente a San Sebastián, degustar las exquisitas migas de la región, lanzarle nabos al ladrón, cantar las alborás… sólo así sabrás cómo se siente un piornalego en el día de su fiesta grande.
Fuente: turismoextremadura.com
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