Animación Sociocultural II

domingo, 3 de diciembre de 2017

Historia de la cerámica de Talavera de la Reina

Historia.
Existen pruebas de cerámica romana realizada en Talavera de la Reina, si bien la industria del barro proviene en cuanto a la decoración de la tradición musulmana. 
Con la llegada del cristianismo los ceramistas talaveranos se adaptaron a las nuevas formas, incorporando la iconografía humana a las lozas. Es con la llegada del ceramista Jan Floris, desde las provincias deFlandes, cuando en Talavera se adquieren los modos y métodos que se utilizaban en la loza de Delft en Holanda (vèase: Cerámica de Delft).

La cerámica ha sido tradicionalmente una de las actividades económicas más importantes de la ciudad. Por ejemplo, fue incluida por el rey Felipe II en el monasterio de El Escorial, en el que existen multitud de piezas cerámicas de esta localidad de la época de 1500. Esto hace que todos los palacios y monarquías europeas tengan a la cerámica de Talavera en la misma categoría de la de Delft o Sèvres.

Tipología.
Existen varios tipos de cerámica de Talavera, según las épocas y motivos, aunque destaca la típica cerámica de serie blanca y azul que imita los colores oficiales de la ciudad. La cerámica renacimiento con colores azules, amarillos y naranjas, la cerámica de montería, las series de casas, pájaros, etc. Entre los grandes ceramistas de esta localidad destaca Juan Ruiz de Luna, del que existe un museo en esta localidad alfarera. Otros grandes ceramistas han sido la saga de la familia Niveiro.
Desde Talavera se exportó el modelo cerámico a tierras vecinas como El Puente del Arzobispo, cuya cerámica destaca por sus tonos en verde y las cerámicas de Portugal y Sevilla. Es tan preciado y valorado el arte de la cerámica de Talavera que podemos encontrar referencias en otros artes, como por ejemplo en la pintura de Manuela Picó, la cual refleja dicha cerámica en pura esencia, sin elementos acompañantes, suspendida en el aire.
Hasta el siglo XVI la cerámica española estuvo muy influida por las técnicas hispano-moriscas que dominaron en la Península Ibérica durante la Edad Media. Centros como los de Paterna, Manises, Teruel, Málaga y Sevilla destacaron en la confección de piezas cerámicas y azulejos. El siglo XVI representa un cambio radical en la forma y el estilo de la industria alfarera, siendo los hornos talaveranos los pioneros a la hora de instaurar las técnicas renacentistas. En poco tiempo estos hornos adquirieron un gran auge, aumentando la demanda de sus productos. Este hecho dio lugar a la imitación de las labores talaveranas y al trasvase de alfareros de estas fábricas a otros centros cerámicos, como Triana, y viceversa.
La fama alcanzada por la cerámica de Talavera ha quedado plasmada en los textos de Marineo Sículo, García Fernández y, sobre todo, en la obra del Padre Ajofrín. Las muestras de la cerámica de Talavera las podremos contemplar en las piezas de la Farmacia o Botica del Palacio Real de Madrid, los platos de los priores de El Escorial y los azulejos del Monasterio de El Escorial.
El desarrollo de los hornos talaveranos se vio favorecido por el crecimiento demográfico y económico de esta ciudad, que llegó a ocupar uno de los primeros puestos de la economía castellana del siglo XVI. 
Andrés Torrejón, en su obra Historia de Talavera de La Reina (1596), ha plasmado los avatares esenciales que acaecieron en la ciudad durante el siglo XVI. También los padrones municipales indican el número de parroquias existentes, con los pintores y alfareros correspondientes a cada una de ellas, pudiéndose estudiar la estructura gremial de los alfares, las dinastías de alfareros y la evolución de la cerámica.
La loza talaverana gozó de gran estima en los ambientes de la Corte, para la cual estas fábricas realizaron numerosas piezas. Fray Antonio de Villacastín encargó a Juan Fernández los azulejos del Monasterio de El Escorial; Felipe III también mantuvo contactos con el alfar de Alonso de Figueroa y Gaitán; y María-Luisa de Saboya visitó el alfar de Ignacio Mansilla.
Los alfares talaveranos actuaron en gran parte como una manufactura real durante la Edad Moderna hasta la fundación de la Real Fábrica del Buen Retiro en el siglo XVIII. La estima profesada por la Casa de Austria a sus alfares se mantuvo a lo largo de casi tres siglos, y la producción y la calidad de los productos estuvieron a la cabeza de la industria cerámica española. La paulatina decadencia que comenzó a manifestarse a partir de la segunda mitad del siglo XVIII fue provocada, en gran parte, por la imposición del gusto rococó, que no se adaptó bien a las técnicas cerámicas, y a la guerra de la Independencia, que destruyó la mayoría de los hornos.
Dentro de la loza talaverana se distinguen dos corrientes: el tipo culto de los siglos XVI y XVII, y el tipo popular de los siglos XVIII y XIX.
La división no puede realizarse radicalmente, ya que muchas veces las características de ambos grupos son comunes y pueden aparecer, indistintamente, en cualquier período. En términos generales, las piezas cultas se caracterizan por estar decoradas con temas galantes, cinegéticos y alegóricos, por poseer una factura esmerada y un carácter meramente ornamental, y por cambiar su decoración según la moda.
 La producción popular, en cambio, no suele sufrir alteraciones sustanciales, y por ello resulta más difícil la datación de los objetos; se distinguen por el grosor de los trazos, la extensión del motivo decorativo y la simplificación de las líneas de las cenefas; la evolución estilística puede culminar en la desnudez ornamental de las piezas.
La cerámica hecha en Talavera de la Reina, España central, formó un grupo separado de cerámica. No se decoró con lustre, sino con colores bajo vidriado, pintados sobre o bajo el vidriado característico blanco lechoso, pintado con azul, verde esmeralda, amarillo y naranja, se produjo en una gran variedad de formas. Se dijo que la cerámica de Talavera estimulaba el apetito, porque mejoraba el sabor de los alimentos con su pureza brillante.
En 1575 la cerámica recibió el patrocinio real y se comercializó a través de España. También se envió un grupo de ceramistas a establecer una alfarería en Puebla de los Ángeles, México, recientemente conquistado, comenzando la producción poco tiempo después. 
El carácter individual de la cerámica de Talavera es perceptible en sus grandes platos blancos, rudamente hechos, que estaban vigorosamente pintados con figuras azul oscuro de aves cantoras, ciervos, conejos y garzas, encerrados en orlas de follaje áspero y zarcillos. Más tarde se añadieron otros colores, el morado de manganeso y el naranja rojizo.


Fuente:http://ciudaddelastresculturastoledo.blogspot.com.es/2014/06/historia-de-la-ceramica-de-talavera-de.html

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